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viernes, 25 de octubre de 2013

Duatlón de Orientación GUADIX: Campeonato de Andalucía

Campeonato de Andalucía de Duatlón de Orientación 2013 desde dentro
La mañana tenía ese puntito de frescor que te invita a moverte sin parar en los momentos previos a la salida. Un montón de amigos compartiendo, entre saltitos y movimientos eléctricos, como en tantas ocasiones, ese ambiente tan especial que se respira en el deporte de la orientación. Con todo preparado, las bicis, cascos y mochilas en la T1, la brújula y la pinza SI en la mano, escuchábamos las últimas indicaciones e íbamos configurando el cuerpo y la cabeza en “modo competición”. Cuando estuvimos todos, partimos finalmente en un trote aliviador desde el parque de meta a la zona de salida, muy cerca, en una preciosa plaza rodeada de balcones a la sombra de la catedral.
Nos colocamos en nuestras posiciones, últimas bromas con los colegas, deseos de suerte a todos, los mapas colgando delante nuestra, y toda esa retahíla de pensamientos que la experiencia va escribiendo, vagamente y con tinta deleble, en nuestra memoria: “…el norte está para allá…, tranquilo al principio..., mira bien el mapa, no dejes ninguna baliza…, decide primero la estrategia y luego a correr…, no mires a nadie, decide tú...”
Tres, dos, uno… ¡empezamos! Cojo el mapa y trotando muy despacito en la misma dirección lo oriento, veo donde estamos, veo las balizas cómo están distribuidas en el mapa, decido ir hacia el noroeste en sentido antihorario… y ¡a volar! Primera, segunda, tercera, cuarta balizas clavadas y a muy buen ritmo. ¡Qué barrios más raros, tan pronto está uno en ciudad como en campo, sorteando chimeneas como si fuesen tocones! Veo poca gente, quizás han optado por otra estrategia… De la cuarta a la quinta baliza me confío, creo saber por dónde es, dejo de leer tanto el mapa y le doy a las patas, que ahora responden de maravilla… ¡Quieto! ¿Y esta rotonda que hace aquí? Vaya tela… ya la hemos liado, vuelta para atrás… vamos a ver, vamos a ver… ¡¡Mi****!! Vaya fallo tonto (ja, ja, como todos…), ya nos hemos dejado ahí tres o cuatro minutos nada más empezar. Pero bueno, no nos pongamos nerviosos, que esta prueba es larga y queda mucho. Una y no más, a leer el mapa y a correr cuando se pueda. A partir de aquí sigo clavando todas las balizas, con apenas un pequeño fallo de entrada y salida de una calle que no era. Muy buena estrategia creo, y buen ritmo. Pico Baliza 100, seguimos las cintas hasta el parque y picamos neutralización. Tomamos aire, descargamos, limpiamos y a seguir.







Me dicen que los primeros senior van ahí delante, a unos minutillos. De hecho los veo salir con la bici cuando cruzo el puente hacia la transición. Muchos ánimos de la gente y de la organización, que siempre se agradece. Qué buen ambiente, ¡estoy disfrutando! Me pongo el casco y las zapas de bici en un santiamén, guardo la brújula y me hecho una barrita a la boca mientras coloco el mapa. Va a haber que exprimirse… Salgo con la bici, terreno favorable en el que ser rueda rápido… así que cuidado, hay que acostumbrarse al nuevo mapa, su simbología, sus colores, su escala… y también al nuevo medio, que en la bici se avanza muuucho y más cuesta abajo. Vale, tomo referencias, voy leyendo e interpretando símbolos...(esta casa no sale, aquélla está pintada de esta manera, esta valla aparece…). Ok, ¡nos vamos a tope a por la primera! En el primer desvío, el terreno me avisa de que, pese al poco desnivel de la zona central del mapa, esto no va a ser un paseo por la presencia de arena que dificulta el rodar de la bici. Entrando a por la primera, me cruzo con Marco que baja como una exhalación.  Yo no voy cojo, así que seguiremos apretando y poquito a poco, sobre todo con mucha concentración. Hay que leerlo todo, verlo todo, pensarlo todo, como si uno fuese un ciego leyendo un texto en braille… que no se escape un detalle del mapa. La clave está en ser capaz de ir leyendo a la vez que uno se mueve, para tener decidido para dónde tirar cuando lleguemos al desvío.
Segunda, tercera, cuarta, quinta… voy rodando muy rápido, sin dudar. No me complico en absoluto con recortes o estrategias raras. Sólo caminos anchos y claros, los que aparecen bien pintados en el mapa, aunque aparentemente sea dar más vuelta. Voy viendo a Marco en algunos puntos. No se está yendo, lo tengo ahí. Pero ojo con cegarse, no nos pasemos, que lo más duro está por venir en la sección de O-pie. Hay que reservar. Ritmo, ritmo, ritmo… y concentración.
Pasamos por la zona de transición en un bucle yendo a buscar la baliza 6. Veo a mucha gente que está haciendo el mapa de la Liga Provincial, muchos de “mis niños” y “mis papis” del cole, nos animamos fugazmente, a algunos ni los veo, pero reconozco sus voces. ¡Qué bonito y qué alegría!
“¡Venga dale caña!” – me grita alguien – “¡que los tienes ahí!”. ¿Así que “los tienes”? Es decir, que hay más de uno, que no va sólo Marco delante… Pues “palante” que llevo muy buenas sensaciones. En efecto, saliendo de la baliza 6, en la subida desde la rambla, los veo salir de la baliza. Marco y otro chaval que no reconozco. La subida desde la baliza 6 hasta el desvío para la 7 es larga y dura, con mucha arena, sin desvíos, sin necesidad de leer mucho el mapa. Me da tiempo de pensar en los que vienen por detrás, de mi categoría y de otras, si se habrán perdido o no, si se les está haciendo larga la carrera… Lo cierto es que es una señora etapa de bici, con mucho ratoneo en la zona de vega que exige la máxima concentración… y todavía me queda un rato de eso.







Verdaderamente, la larga subida ha merecido la pena porque las vistas bajando son impresionantes. Eso sí, no se deleita uno mucho mirando porque los desvíos y las siguientes balizas están al caer. Pico la 7 de entrada y salida, cruzándome con mis compañeros de cabeza. Idem en la 8, pero ya saliendo de ésta los engancho. Ya vamos los tres juntos. Tremenda bajada con arena traicionera y alguna curva repentina. Algún despistillo de camino hacia la nueve nos separa momentáneamente, pero en seguida nos volvemos a juntar. Picamos muy rápido las tres últimas y finalmente llegamos por la rambla hasta la transición 2. Estos últimos metros de rambla, más anchos y sin desvíos que decidir, me han servido para echarme a la boca otra barrita, pues la batalla se avecina dura.
Nos cambiamos de zapatillas, quitamos cascos, bebemos el último sorbo de isotónica de la mochila, sacamos brújula, nos dan el mapa y… allí que se plantan los tres “tenores” ante el escenario ondulado y laberíntico que nos estaba esperando. Mucha gente en la transición nos ha animado, Juanma Casado echando fotos con la emoción del que sabe bien lo que se siente al estar ahí blandiendo espadas… ¡Trepidante! El Campeonato de Andalucía de Duatlón de Orientación se estaba jugando allí mismo, quedaba “sólo” una sección para decidir el título… pero todos sabíamos que era “la sección”. Un puñado de controles en los que si no se va fino, con la cabeza fría y manteniendo la concentración para navegar, se puede perder mucho tiempo. Y esto, cuando ya el cansancio va haciendo mella tras la urbana y la señora bici, y el amigo Lorenzo dejándose notar con fuerza, no es empresa fácil.








Picamos las primeras balizas los tres juntos. Vamos muy concentrados, sin decir nada, cada uno metido en su mapa y tomando sus propias decisiones, variando ligeramente rumbos y ataques, pero coincidiendo en la picada. Pasamos bajo la autovía, vaguada ancha en ascenso, Marco baja un poquito el ritmo para comerse algo, José Manuel García, del club COMA, también enlentece algo su marcha, quizá pensando su estrategia de carrera. Yo lo veo claro, sigo adelante, cruce de arroyos principales a la derecha y pico la cinco. Ellos pican enseguida, pero yo ya no miro para atrás, he decidido escaparme del laberinto de vaguadas y espolones y atacar la baliza 6 dando un rodeo por la izquierda, subiendo fuerte al principio y bordeando los cortados. No los escucho detrás, quizás hayan decidido ir por abajo. No importa, creo que mi decisión no es mala, pero toca apretar el ritmo y las piernas ya no responden como hace un rato. Llego arriba y cruzo los caminos que hace poco habíamos pasado en la bici, los de las vistas impresionantes sobre la olla de Guadix y la cara noreste de Sierra Nevada. Ahora el terreno es favorable y me lleva pronto a la 6, sin dudas, del tirón. Saliendo de ésta me cruzo con José Manuel, que parece que había decidido atacar por arriba como yo. Viene muy cerquita, no hay que relajarse. Así pues, sigo apretando bien en las bajadas, saltando y casi “esquiando” por los terraplenes, y avanzando todo lo rápido que puedo por las ramblas. Voy muy cómodo leyendo el mapa y voy clavando los controles. Eso sí, en las subidas infernales de ese terreno aserrado y agresivo no voy tan cómodo. Me faltan pinos para agarrarme y la brújula casi actúa de piolet en ciertos momentos… Pero hay que apretar, que estamos ahí…
Llegando creo a la baliza 10, veo que José M. viene muy cerca. Cometo un error y me meto en un par de vaguadas “más profundas de la cuenta” a la hora de atacarla, mientras que él sube por el espolón y dando un pequeño rodeo pica antes y toma unos metros de ventaja. ¡Me cachis! ¡Como llegue antes a la transición va a ser casi imposible recuperar la distancia! Sin embargo, en la siguiente baliza, la penúltima, situada en un espolón, parece que ocurre justo lo contrario: cuando yo llegaba hacia abajo para picarla veo que él sale de la vaguada de la izquierda, con las manos en las rodillas. Picamos juntos, perfecto, hemos recuperado esos metros. Nos vamos a la última baliza prácticamente en sprint, en terreno de bajada. Está situada en un montículo elevado, como una aguja de tierra sosteniendo en lo alto el trapo blanco y naranja. Me adelanto unos metros en la bajada y consigo picar primero. Desde lo alto, lo lógico sería volver por donde uno ha subido y encarar finalmente la recta hacia la transición… pero la adrenalina de la situación me lleva por el camino temerario de lanzarme al cortado en trayectoria directa. Bueno, un par de saltos y estamos echando chispas por el bosque hacia las bicis. Luego me entero que mi compañero de aventura hizo también lo mismo… y es que ¡algo de cabras tenemos los orientadores!






Total, que llego a la transición con el corazón en la garganta, casi al vuelo me pongo el casco y la mochila, las zapatillas de la bici ya las había dejado metidas en la mochila previendo una apretada llegada de estas… y así, haciendo equilibrio con las zapatillas de trail sobre mis pedales “bate-huevos”, y con la brújula todavía en el dedo, me lanzo en un agónico descenso por la rambla hacia la meta. Al salir de la transición, escucho a alguien de la organización decirle a otro: “¡Oye, avisa a meta que ya van para allá los primeros!”. Qué duda cabe que estas palabras y la visión de entrar en meta primero te dan alas para mover el plato grande con todas tus fuerzas y pasar por encima de esas simpáticas arenas de rambla que se empeñan obstinadamente en  que vayas más despacio.
A mitad del descenso, al final de una larga recta, miro hacia atrás y compruebo que no me sigue nadie. ¡Qué raro, si venía pegado a mí! No creo que se haya parado a ponerse las zapatillas de bici… ¿? (luego me enteré de que había tenido la mala suerte de encontrarse la rueda delantera pinchada). El caso es que esto me da la tranquilidad, no para bajar un ritmo que ya es máximo y encaminado a meta, pero para saber que no me voy a tener que “sacar las bielas” intentando aumentarlo algo más.
Todo el personal de la organización me dirige con claridad a la transición, dejo la bici y me dirijo sin parar un segundo a meta, con casco y mochila. Mientras cruzo  el puente escucho a mi amigo Manuel Jabalera por megafonía anunciando mi llegada. Mucha gente en la entrada al parque, muchos muchos ánimos. Uno en ese momento ya va levitando, no sientes el cansancio. Vas determinado a meta y nada te puede parar, aunque escuchas cada palabra de apoyo y la agradeces. Y en mi caso, desde ese momento en que miré atrás en la rambla y vi que no me seguían, sólo me rondaba en la cabeza el llegar a la recta final y buscar a mi pequeño Mateo para entrar con él bajo el arco de meta. Y así fue, ¡lo había conseguido!
Para mí ha sido una experiencia preciosa, tres horas de competición al máximo haciendo lo que a uno más le apasiona. Así pues, no puedo sino agradecer enormemente todo el esfuerzo que tanta gente ha dedicado para hacer este evento posible. En especial, a Manuel Jabalera, que sé que llevaba mucho tiempo currándose todo el evento, trabajando mapas y mil otras cosas; A Juanma Casado, por los excelentes trazados que sacaban el máximo partido a la zona y establecieron una competición de mucho nivel; y a todos los demás del club Veleta que allí estuvisteis dando forma a la carrera, como Marisol, José Antonio, Cayetano y muchos otros. GRACIAS  a todos y enhorabuena. Y no nos desanimemos por los pequeños fallos que haya podido haber. Si no se organiza nada no hay fallos, pero no se ofrecen estupendos fines de semana como este pasado a todos los que nos gusta este mundo. Estamos orgullosos de haber podido participar en todo un Campeonato de Andalucía de Duatlón en nuestra tierra. Este es el hecho y eso es lo que queda.
Repito, ¡¡GRACIAS y ENHORABUENA!!
Juanfra Marín